Mandalay solía ser conocida como la ciudad de oro, salpicada de relucientes pagodas y túmulos budistas, pero en la antigua capital real de Myanmar ahora hay un edor a cadáveres.
Se han acumulado tantos cuerpos desde que el terremoto de magnitud 7,7 que azotó Mandalay el viernes pasado, que han tenido que ser incinerados, según cuenta un residente..